Rocking under the rain
Fué una sensación horrible.
Con el lodo a mis piés, consegurmos enchufar mi bajo a un amplificador de guitarra que había por ahí.
Mal asunto. Nada más conectar el cable jack sentí una leve punzada que debería haberme advertido del peligro que corría. Evidentemente hize caso omiso y me puse a tocar.
Como describir ese momento? Como si mil pirañas don dientes de fuego se dedicasen a morder mis desdos? Desgarrando mi piel con millones de minúsculas punzadas.
No podía separar los dedos, el dolor era tan intenso que habría podido interpretarlo como placentero. Y sentí miedo. Mierdo me mí mismo y de mi muerte. Cuando la gente vió mi cara, apagaron el ampli, pero no fue suficiente. Tuvieron que desenchifar el aparato para que pudises soltar mi instrumento.
Tanía que haberla palmado ahí. Habría sido un bonito fin. Mejor abrazado a mi pasión que conduciendo mi obligación.
Salía humo del aparato y yo me cahí sobre el barro.
Alguien trajo una guitarra española y cuando tocaron la gente se puso a cantar a su alrededor.
Yo me quedé sólo, aparte, en elgún rincón donde nadie me viese, como un lobo lamiendo sus heridas. Bañandome en barro, abrazado a aquello que me podía haber quitado la vida. Casi me sale una lágrima. Casi.
Me recompuse y subí al siguente piso. Había unas cuantes personas dormidas. Dejé el bado en su funda, pero cuando iva a cerrarla, la cremallera se desencajó. Lo dejé ahí y fuí a buscar a mis mojados cables. Me saqué la camiseta y los limpié con ella antes de guardarlos en la bolsa.
Luego fuí tras la cascada con las únicas miradas amigas de la noche.
Las cuatro y media de la madrugada, con barro hasta las rodillas, estirado sobre el lecho de pierdas, pugnando mis pensamientos con el ruidoso vertiente de la catarata, me convencí de que hoy no podría follar.
Con el lodo a mis piés, consegurmos enchufar mi bajo a un amplificador de guitarra que había por ahí.
Mal asunto. Nada más conectar el cable jack sentí una leve punzada que debería haberme advertido del peligro que corría. Evidentemente hize caso omiso y me puse a tocar.
Como describir ese momento? Como si mil pirañas don dientes de fuego se dedicasen a morder mis desdos? Desgarrando mi piel con millones de minúsculas punzadas.
No podía separar los dedos, el dolor era tan intenso que habría podido interpretarlo como placentero. Y sentí miedo. Mierdo me mí mismo y de mi muerte. Cuando la gente vió mi cara, apagaron el ampli, pero no fue suficiente. Tuvieron que desenchifar el aparato para que pudises soltar mi instrumento.
Tanía que haberla palmado ahí. Habría sido un bonito fin. Mejor abrazado a mi pasión que conduciendo mi obligación.
Salía humo del aparato y yo me cahí sobre el barro.
Alguien trajo una guitarra española y cuando tocaron la gente se puso a cantar a su alrededor.
Yo me quedé sólo, aparte, en elgún rincón donde nadie me viese, como un lobo lamiendo sus heridas. Bañandome en barro, abrazado a aquello que me podía haber quitado la vida. Casi me sale una lágrima. Casi.
Me recompuse y subí al siguente piso. Había unas cuantes personas dormidas. Dejé el bado en su funda, pero cuando iva a cerrarla, la cremallera se desencajó. Lo dejé ahí y fuí a buscar a mis mojados cables. Me saqué la camiseta y los limpié con ella antes de guardarlos en la bolsa.
Luego fuí tras la cascada con las únicas miradas amigas de la noche.
Las cuatro y media de la madrugada, con barro hasta las rodillas, estirado sobre el lecho de pierdas, pugnando mis pensamientos con el ruidoso vertiente de la catarata, me convencí de que hoy no podría follar.
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