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Spleen

Dejame cometer errores

Hay un momento enque me harto de tanto consejo. La vida es un eterno desfile de consejos de gente que cree que sabe más que tu. Cuando alguien da un consejo es porque siente su autoridad moral. Pero..ay! Cuan vanidosa idea esa de sentirse superior. No existen dos casos iguales, así que buscar la similtud en unos casos no deja de ser sospechoso. Porqué sospechoso? Porque busca a justificar los errores cometidos. Existe un momento en que todo hombre se resigna, deja de luchar, y en ese momento busca a justificar todos los pasos que le han lelvado a la situación de bienestar en la que se aletargará hasta que muerda o despierte. Es ahí donde nace el consejo. Si sus pasos le han alejado de los principios morales que ha adaptado, entonces serán consejos que se aten a esa concepción desde un estado de humildad por parte de su emisor. Si bien el consejo se da para llegar "hasta donde yo he llegado, o más allá" entonces se basa en adoctrinar al aconsejado para que adopte el mísmo punto de vista. La pregunta sería, y a quién le importa donde has llegado?, pero esa es otra historia. En este último caso queda claro que el consejero no pretende que el aconsejado llegue a más fortuna que él siempre que no le suponga un beneficio. Hay muchas ratas en este mundo y los consejos sólo són sus dientes. Tanto da. Lo importante es tener en cuenta que sea cual sea el orígen y el objetivo explícito del consejo, este nace del sentimiento de la envidia.
La envidia que tiene el consejero de que puedas llegar a ser tú mismo, la envidia del triunfo, la originalidad, la belleza, la fuerza, la juventud... todo consejo nace de esa envidia y, por lo tanto, su objetivo implícito es hacerte fracasar, hacer resignarte o reafirmarte en la doctrina de otro para que todo logro tuyo sea alienado. El hombre es así de mezquino. No soporta la idea de que alguien pueda disfrutar o sacar más partido de la vida que él porque eso le hace sentir mal. Le hace sentir mal por verse inferior o ver el reflejo de su vida desperdiciada. De ahí viene esa envidia que correo la esencia de los consejos: un afán casi enfermizo por reafirmarse superior que el aconsejado, siendo a la vez escudo y espada. Nos justificamos y atacamos para que no vulneren nuestras defensas emocionales y existenciales. Todo sea por que prevsalezca nuestra forma de vida, aunque tenga que correr la sangre de aquellos que no soportaron convivir con tanta mezquindad.
Por ello insisto en que nos dejen cometer nuestros própios errores, ya reflexionaremos sobre ellos más adelante y veremos si nuestras decisiones fueron más o menos acertadas o desacertadas. Más vale arrepentirse de algo vivido que añorar lo no vivido. A la voluntad del consejo, siendo así la de amputar la experiencia vivida, es mejor darle esquinazo. No hay que olvidar que mientras los venerables ancianos presidan el comité el progreso quedará mermado.

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