Frimost
La rabia, la impotencia, la sed de sangre. Dicen que la violencia sólo engendra violencia. Es verdad. Nunca es el camino correcto...pero cuando la rabia innunda tus venas, dejas de plantearte cualquier otro camino. Ni siquera lo reprocharás. Podrá saberte mal, intelñectualmente podrás desmontarte, pero nunca te arrepentirás, porque hemos nacido con la violencia: somos la violencia con forma de hombre. Y lo peor es cuando tienes que reprimirla, porque el sentimiento de impotencia te asalta. Te sientes como el último peldaño en la piramide alimenticia. Welcome to the jungle.
Lo violencia sólo engendra violencia, y la coharción es violencía. Es un sentimiento que el sabio describiría como infantil, pero que coño sabe el sabio de la vida? Somos hermanos en nuestra ignorancia, pero lo que realmente cuenta en ese momento, y en tu equilibrio interior, es la lucha constante de los sentimientos. No hay piedad, no hay arrepentimiento, sólo hay deseos de dejar de ser humano, de convertirte en una bestia: en derramar sangre. La necesitas. Necesitas esa sangre para demostrarte porqué se está moviendo todo. El gobierno...el sistema...la civilización: todo se basa en la violencia. La educación, las buenas maneras, el respeto: todo se ha conseguido con la violencia. Tiene que caer sangre. Te lo ornamentarán con mil palabras bonitas, pero en el fondo todo se reduce a lo mismo: violencia.
Somos bombas de hormonas que necesitan explotar. Y ahí sale todo. O te engañas o rompes las máscaras. Porque respetar un sistema que prohibe la sangre cuando se mantiene a base de esta? Porque no le partes la cara a ese capullo?
Te está provocando. Quiere sangre. Quiere sangre porque no sabe lo que es la sangre. Vive en el engaño, y sabe que tu no vas a romper tu máscara.
Y todo se queda en deseos. Oscuros deseos que guardas para tí. Deseos inaceptables: los deseos de un montruo, el monstruo que todos somos. Deseos de romper esa cara de niño chulo. Deseos de ver su boca sangrar. Deseos de ver como se le cae un diente que daba por sentado que pertenecería al eterno mosaíco de su arrogante sonrisa. Ahora ya no sonrie. Ni las lagrimas pueden para a un montruo: te va a caer la misma condena acabes o dejes inacabado el trabajo. No hay arrepentimiento. Sabgre por la boca, la nariz....desgarros internos: el hombre ´tan sólo es fuerte cuando deja e ser hombre.
Pero que hace la bestia frente a un grupo? Sólo existe la valentía cuando hay convicciones estupidas, estupidez en sí mísma o un grupo...que es la metáfora de la estupidez. Valor, épica...no... Sólo hay violencia. No hay nada loable en ella.
La sangre es sangre y siempre será sangre.
Aceptemos nuestra condición de monstruos e intentemos mejorar en vez de cultivar máscaras hipocritas que nos permitan dormir tranquilos por las noches.
Lo violencia sólo engendra violencia, y la coharción es violencía. Es un sentimiento que el sabio describiría como infantil, pero que coño sabe el sabio de la vida? Somos hermanos en nuestra ignorancia, pero lo que realmente cuenta en ese momento, y en tu equilibrio interior, es la lucha constante de los sentimientos. No hay piedad, no hay arrepentimiento, sólo hay deseos de dejar de ser humano, de convertirte en una bestia: en derramar sangre. La necesitas. Necesitas esa sangre para demostrarte porqué se está moviendo todo. El gobierno...el sistema...la civilización: todo se basa en la violencia. La educación, las buenas maneras, el respeto: todo se ha conseguido con la violencia. Tiene que caer sangre. Te lo ornamentarán con mil palabras bonitas, pero en el fondo todo se reduce a lo mismo: violencia.
Somos bombas de hormonas que necesitan explotar. Y ahí sale todo. O te engañas o rompes las máscaras. Porque respetar un sistema que prohibe la sangre cuando se mantiene a base de esta? Porque no le partes la cara a ese capullo?
Te está provocando. Quiere sangre. Quiere sangre porque no sabe lo que es la sangre. Vive en el engaño, y sabe que tu no vas a romper tu máscara.
Y todo se queda en deseos. Oscuros deseos que guardas para tí. Deseos inaceptables: los deseos de un montruo, el monstruo que todos somos. Deseos de romper esa cara de niño chulo. Deseos de ver su boca sangrar. Deseos de ver como se le cae un diente que daba por sentado que pertenecería al eterno mosaíco de su arrogante sonrisa. Ahora ya no sonrie. Ni las lagrimas pueden para a un montruo: te va a caer la misma condena acabes o dejes inacabado el trabajo. No hay arrepentimiento. Sabgre por la boca, la nariz....desgarros internos: el hombre ´tan sólo es fuerte cuando deja e ser hombre.
Pero que hace la bestia frente a un grupo? Sólo existe la valentía cuando hay convicciones estupidas, estupidez en sí mísma o un grupo...que es la metáfora de la estupidez. Valor, épica...no... Sólo hay violencia. No hay nada loable en ella.
La sangre es sangre y siempre será sangre.
Aceptemos nuestra condición de monstruos e intentemos mejorar en vez de cultivar máscaras hipocritas que nos permitan dormir tranquilos por las noches.
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