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Spleen

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Cazando ratas bajo esta cascara de carne. Salvaje carnivoro de corazón de hojalata. La sangre hierve y sale con fuerza sin poder agotarse. Mero tubo transitorio. La muerte cavalga ráoidamente hacía el oeste. Y mientras tanto los niños juegan con las cabezas de los reyes caídos.
Un frágil escultura de carne, predestinada a destruirse, con un alma tan fuerte que amenaza con disolverse para nunca más ser encontrada. Y aquel que fue roca ahora es polvo.
Los libros se amontonan acumulando polvo mientras los humanos se arrancan la piel a tiras. Ahora sólo són masas de carne tremula y palpitante llorando por su destino. Pero las manos de los dioses arrancan uñas de sus dedos y los cigan con sus própios dedos.
Que somos cuando no tenemos cara? Que queda de nosotros si nuestro rostro desaparece? A que podemos llamar identidad cuando nuestras caras sólo són grotescos reflejos de un codigo de barras sangrante? Pues como ganado nos marcan. Por eso preferimos soñar. Imaginar que no hay dolor, y que si lo hay...está justificado. Necesitamos un mesias que nos salve de nuestros tormentos. Creamos avateres de identidad para que no nos abrume nuestra realidad.
Y cuando la fantasia niebla a nuestros tormentados semblantes...que somos? Que es más real? El destino inventado o la dolorosa permanencia en el limbo de la indiferencia, destino que trazó un dios indiferente que hace tiempo dejó de existir si acaso alguna vez existió.
Almas condenadas por su própia fantasia y por su própia realidad. Envuletas en pieles para simular su desnudez natural. Ya no sangramos, ya no gritamos, ya opodemos ver...

1 comentario

Nell -

Tenemos dos ojos porque no sabemos ver.
Tenemos dos manos porque nada logramos aferrar.
Tenemos dos piernas porque no nos sostenemos.
Tenemos una boca para errar.
De rodillas en el suelo,
una mano cerrando los labios, otra velando los ojos:
Es la forma de comenzar.

Hector Murena