Ace of Spades
Intento animarme como puedo, decirme que nadie es perfecto y que somos humanos porque erramos. Intento decirme que la imperfección es el rasgo más bello del que disponemos, que cuanto más grotesco, más apreciable. Pero aún así no sé porqué tengo que verme hundido en el fango, cada vez más hundido. Vale, uno puedo dar un traspiés y caerse donde no debe, pero porqué tiene que costar tanto salir de ahí? Hablar con gente que entiende lo que pienso me ha ayudado a ver que no estoy loco, aunque no sé si es la conclusión que esperaba. Tal vez sería más facil ser un completo demente, porque el mundo se regiría según mis própias normas y no tendría porque aceptar ninguna equivocación. Pero no. Acepto mis errores dentro de un mundo imperfecto, me acepto grotesco en un mundo que aspira a parecer bello, perfecto, asceptico... pero no me quejo. No me quejo de la crueldad, no me quejo de normas impuestas más allá de mi voluntad. Simplemente me duele, me duelen mis errores en mi ego y mi amor propio, y me duelen las cicatrices del pasado; aún me duele con más intensida aquella herida que no he podido cerrar y que parece que alguien se empeñe en dejar abierta. Puede que cometiese un error al inflingir un corte a mis entrañas, pero me duele ver que nadie me va a ayudar a cerrarla, me duele cuando me ponen el dedo en la herida. Debería ser más fuerte, soportar mejor el dolor o, mejor, nisiquiera abrir una herida que me haga vulnerable. Ya que soy incapaz de herirme, es posible que el tiempo me curta y que, con el paso de los años, deje de sentir el dolor. Pero podré afirmar que sigo vivo? Si eliminas el dolor, acabas con el placer, y sin placer, porqué seguir vivos? Porque segui vagando como frívolos zombies? Si no podemos sentirnos vulnerables, quién nos asegura que bajo todas esas capas de protección pueda existir vida alguna? Tal vez ocultándonos bajo tántas máscaras desaparezcamos sin darnos cuenta. Quién se atrevería entonces a quitarse la máscara para darse cuenta de que no exíste? Sigo existiéndo? Todo es nada. Un gran nada que debora toda la carne oculta. Títeres del algo, o ese algo que pretende ser o creer ser algo. Entonces nacerá ese animal que, sintiéndose acorralado, enseñará ños dientes y atacará a todo lo que antes significaba algo, reduciéndolo todo a la nada tras de sí. Quién es ese animal? Seguimos siendo nosotros? Es nuestra desaparición sedienta de venganza? O acaso los últimos coletazos de nosotros mismos que se niega a desaparecer? Puede que nazca de la ira, pues la idea de que cuando desaparezcamos todo deje de significar algo es insoportable. No podemos ser tan leves, porque el carnaval no dura más que unos días. Aunque cabe la posibilidad de que no se trate de un carnaval sino de la obra de teatro. Me escondo tras la máscara de arlequín o animo al mismo? Preguntas y más preguntas que las máscaras no pueden plantearse, y sus vacíos aún menos.
Donde nos lleva todo esto? Puede que tras el escenario no haya nadie aplaudiendo ni llorando con nuestros triunfos y fracasos, nuestras alegrías y desdichas... es esa la nada? Si tan sólo pudiese sacárle la máscara al arlequín, esa nada me sería más facil de aceptar. Y hablo de aceptarla, porque su existencia hace lustros que está patente en ese interior vacío en el que me estoy convirtiéndo. Cuando todo es uno, si el todo es nada, uno es nada. Y las máscaras no son nada, pero miran burlonas el dilema del animador, del jugador, del actor. Los hilos son amor y odio y las máscaras son indiferencia. Hay mejor descripción de la nada que esas máscaras vacías? Si. En la nada nada hay, y por lo tanto no hay máscaras, no miradas, ni actores, ni teatro. No hay más allá, pero tampoco hay aquí. Soy el que ha caído en el fango, no me atrevo a quitarme mi máscara, puede que sangre bajo ella, pero me aferro a ese dolor porque los juicios de las máscaras son erroneos. No hay juicios, no hay máscaras. No hay obras ni heridas.
Sin embargo, duelen.
El nihilismo es un arma de doble filo que nadie sabe emplear, por mucho que lo pretenda. Pero claro, estas palabras son nada. Yo soy nada.
Donde nos lleva todo esto? Puede que tras el escenario no haya nadie aplaudiendo ni llorando con nuestros triunfos y fracasos, nuestras alegrías y desdichas... es esa la nada? Si tan sólo pudiese sacárle la máscara al arlequín, esa nada me sería más facil de aceptar. Y hablo de aceptarla, porque su existencia hace lustros que está patente en ese interior vacío en el que me estoy convirtiéndo. Cuando todo es uno, si el todo es nada, uno es nada. Y las máscaras no son nada, pero miran burlonas el dilema del animador, del jugador, del actor. Los hilos son amor y odio y las máscaras son indiferencia. Hay mejor descripción de la nada que esas máscaras vacías? Si. En la nada nada hay, y por lo tanto no hay máscaras, no miradas, ni actores, ni teatro. No hay más allá, pero tampoco hay aquí. Soy el que ha caído en el fango, no me atrevo a quitarme mi máscara, puede que sangre bajo ella, pero me aferro a ese dolor porque los juicios de las máscaras son erroneos. No hay juicios, no hay máscaras. No hay obras ni heridas.
Sin embargo, duelen.
El nihilismo es un arma de doble filo que nadie sabe emplear, por mucho que lo pretenda. Pero claro, estas palabras son nada. Yo soy nada.
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