Houdini
Necesito escapar. Necesito salir de aquí. Cada vez lo soporto menos. Necesito ser otra persona, necesito olvidar... no quiero ser quién soy, no quiero recordar quién he sido, lo que he hecho. No quiero recordar mis deseos, mis frustraciones... mis anhelos... Que facil... Me he rendido. Eso esperaba ver la gente, no? Mi rendición, mi capitulación: reconocer mi equivocación, mi impotencia, mi derrota... O tal vez ni siquiera les importe, porque nunca he sido nada relevante. En cualquier caso, que más les da? No tengo que responder ante nadie. Tengo mis motivos, y al cuerno con los demás. No necesito su aceptación, ni tampoco su misericordia. Ya han pasado esos tiempos. Ya han pasado los tiempos de lágrimas, de dolor en el estomago, de relación con la gente, de preocupación por un invento tan mezquino como el de la amistad. Somos lobos. Todos somos lobos. El amor es un arma de doble filo, muy mal interpretada: preparada para destrozar. La gente sonrie, ya he aprendido el truco: hay que desconfiar de quién sonrie. He tardado mucho en darme cuenta. Por eso capitulo, y me da igual lo que piensen. Que rían! Que se regocijen! Soy un LOSER! Soy escoria! Soy la última mierda de la que nadie deba acordarse! Soy una mancha en el fondo de un bolsillo. Y no me importa serlo. Siento nauseas de ser yo mísmo. Cualquiera las sentiría de saber quién és realmente. Yo no lo sé, pero busco. Tal vez nunca encuentre la respuesta, pero al menos me he alejado de esa ilusión de seguridad a la que tanto se aferra la gente. No necesito cargar de valor las cosas para poder moverme sobre ellas. Estoy hecho un lio? Si. Al menos lo reconozco: no necesito enbcontrar un falso orden para sentirme bien. Y esos falsos ordenes son las que dictaban esta humillación... Sólo tengo un problema: tengo que seguir viviendo en este mundo: no importa el plano espiritual al que quiera moverme, si mis carnes viven en este mundo, tendré que adaptarme a ello. Es eso lo que me atormenta? Ni idea. Puede ser una de las razones, pero no creo que sea la única. Las cosas son demasiado complicadas como para reducirlo todo a blanco y negro. Las emociones me piden que así sea: que elija un bando, pero mi cerebro me pide que no haga caso a las emociones. Al final, que es lo que vale la pena? Ni idea. Todo es un mar de incertidumbres. Llorar, reir, sentirse orgulloso, tener miedo, odiar, amar, querer, desear, anhelar, despreciar... Todo es demasiado gris. Mis tripas me piden aferrarse a algo, pero mis ojos ya no ven sustancia alguna que resista a este tifón de dudas, preguntas, verdades y dolores. No existe nada a donde aferrarnos. Duele saberlo... duele verlo. Tal vez el hombre nunca encuentra nada... por eso preferimos encerrarnos en pequeños paraísos artificiales: placebos de felicidad. Esa es la vida. Esa es la prisión de carne. Sufro porque veo mis cadenas, y veo que nunca podré librarme de ellas. Y al cuerno con los que se rien de mis sufrimientos: no se han dado cuenta de las cadenas que los retienen. Claro que, porque iba a importarles? Tal vez nisiquiera quieran ir a ninguna parte. En ese caso, que se burlen, que me humillen, que acaben conmigo. No soy visionario, ni profeta, ni asesino, ni filosofo, ni psicopata, ni vengador, ni paladín, ni guerreo, ni rebelde, ni renegado, ni poeta... Sólo un patético individuo que se muere por huír de un mundo aún más patetico, del que, sin embargo, nadie intenta huír. Que les jodan. Que me jodan. No hay futuro: no hay nada. Nos hemos quedado estancados y no puedo huír. Me ahogo.
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