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Spleen

El Tercer Ojo

El Tercer Ojo

He tenido dos opciones, dos buenas opciones. Opciones que tan solo necesitaban dedicación, trabajo y credo. El problema es que no he creído en ellas y he optado por una tercera opción, aquella que desafía la lógica y el bienestar y que tal vez solo sirva para hundirme aún más en este pozo de amargura en que nací. Sin embargo es la que deseo. Le coeur a des raisons que la raison peut pas comprendre. Me esfuerzo por suprimir las razones que me llevan a elegirlo, pero por mucho que me encadene sé que simplemente estoy escondiendo un cadáver en el armario. Sobrevivir... seguir adelante... olvidar... conformarse... Son palabras que repite mi boca y las de los demás. Me veo acabado y deshecho, pero cada vez más cruel y frío, más apto para el mundo y menos para el arte. Por eso me encierro a cal y canto, ambicionando conservar esa astilla que solo desprende veneno. Puedo sacarla, puedo volverme a enfriar, puedo ser lo suficientemente duro para cicatrizarla, pero bajo antiguas heridas siempre hierve la sangre. Ahora se están creando anti cuerpos para poder defender al cuerpo de la infección pero yo quiero conservar ese pus que rezuma en los labios de una herida obscenamente abierta y palpitante. Lo único que me repugna es el dar lástima, el no poder encerrar ese dolor solo para mí y verme rodeado de gente opinando sobre lo mal que me va, sobre lo acabado que estoy, gente que no comprende mis acciones, mis motivos, mi deseo por tomar esa tercera opción que nunca les ha aparecido. Toda la realidad se forma por parámetros bilaterales. Nos han educado para eso, hemos crecido viendo el mundo dividido en dos, y nos han arrebatado la capacidad de ver un tercer camino, ambiguo y peligroso... gris, indeterminado. Suele asustar. Sé lo que es ver el miedo que produce ese camino en los ojos de otra persona, sé lo que es perder el control hasta poder alejarse del cuerpo y rozar la NADA. El único gran dios, la verdad, la respuesta a las preguntas. NADA. Siempre acabo volviendo a ella. En esos momentos en que el sudor frío me recorre la médula espinal y siento como gotas de sudor inundan mi frente, miro mis manos huesudas y sé que puedo llegar a esa frontera perdida, aquella que todos nos prohibirán, y entonces la realidad queda en evidencia frente a la obviedad de esa tercera opción. Me levantaré la mañana siguiente y reiré, reiré porque ya sabía exactamente todo lo que tenía que haber pasado. Sabía que nunca iba a estar satisfecho, sabía todos los errores que debía cometer, sabía exactamente la serie de jugadas que iban a producirse, sabía el dolor que iban a acarrear. En ese mundo sin normas, importa tan poco la realidad. Me ducharé, me vestiré y saldré a pasear, encerrado en mi cuarto, ese de claustrofobicas e inexistentes paredes, la tercera opción que desafía a la norma. Sonreiré sin estar satisfecho y dejaré que el veneno siga fluyendo por mi venas. Me encanta ese veneno. 

Quien quiera entender, que entienda. 

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