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Spleen

Segundo Acto

Segundo Acto No consigo dormir. Mis parpados se caen pero mi cerebro no deja de dar vueltas. Como en esos momentos en que sientes la mirada de los fantásmas clavadas en la nuca, aunque sepas que si te giras tan solo verás una cortina de humo. Realmente existitó Euridice? Bonita burla que te haces a tí mismo. El pensamiento en cuestión tiene que ver con una partida de ajedrez, una partida que sé como ganar pero que no pretendo ganar, porque en este mundo las cosas sencillas son las más complicadas y algunos estamos condenados a complicarnos la vida. Los movimientos están claros, sé que decir, sé qué hacer, sé en qué momento hacerlo: solo tengo que mover las piezas con decisión. Sin embargo... eso me conduciría a la victoria, y no es lo que quiero. No quiero ver las cosas como una partida, no quiero ganar con movimientos estudiados, quiero poder soltarme al vacío, sentir ese mismo vacío en la boca del estómago, sentir a mi alma escapar a través de mi boca, mientras mi cuerpo se pudre, poco a poco, gris y triste, con la barba mal afeitada, la mirada perdida y un pitillo con dos dedos de ceniza colgándo descuidadamente de la comisura de los labios. Donde está la vida? Acaso es vida la suceción de acontecimientos que pueden planearse, organizarse y prevenirse como las jugadas de una partida? Si sé como ganar, también sé donde llegará esa victoria, porque incluso después de jugar la partida esta te acompaña, los movimientos de las piezas son esos acontecimientos anodinos y previsibles, palpables como un mueble viejo carcomido por las termitas, en el que al apoyarte descubrirás, si la caída no es lo suficientemente dolorosa, que lo estabas haciéndo en un pedazo de tronco bien decorado, pero hueco y sin vida. La gente se apoya en esos muebles: son su alimento, su sustento. Cuando un beso te sabe a cartón te das cuenta de que ese no es el camino que va a llenarte, que ese resultado por el que has estado jugándo no es tu objetivo. Se trata de algo que se encuentra más allá, algo lejano y remoto, perdido dentro de uno mismo, algo que se escape a la rigidez de las normas del juego, inocente... No, perdón, inocente no, ya que suele ser muy oscuro la mayor parte de las veces, y traer consigo la desdicha y el sufrimiento. Pero es auténtico, y eso es lo que le hace valer la pena. Cuándo lo ves no te importa que Euridice en realidad viva perdida en tus neuronas, no importa porque es la llave que te hace avanzar otro paso más en el camino. Por eso he decidido jugar en mi contra, porque cuando lo encuentras no puedes permitirte arreuinarlo, convertir su vida en cartón, hacer que forme parte de esa partida mundana y previsible que ya juegas a diario y que te mata poco a poco. No creo que tire la toalla después de todo, al menos no tan pronto. No debería pensar en hacerlo cuando estas cosas se complican porque, al fin y al cabo, son lo que hacen de la vida algo por lo que mantenerse vivo, son las que hacen que te sientas vivo, aunque sea a base de dolor... un dolor amargo, muy amargo, tal vez el mayor que nunca se pueda sentir con el cerebro, pero es lo único que hace que te olvides de las partidas, es el que te muestra cual es la vida que brilla tras este mundo que se empeñan en hacernos ver como real. Es muy tarde para ello, y tal vez nunca sirva de nada, pero voy a hacer esos movimientos que debí hacer en su momento, en vez de dinamitarme el camino:
"Si, hay que seguir adelante, porque todos los fantásmas en el fondo no hacen más que vivir con nosotros, y lo seguirán haciéndo mientras los alimentemos. No hablo de olvidarlos, sino simplemente no dejarles hacerse demasiado fuertes; al menos no lo suficiente como para que sean ellos los que tomen las riendas de nuestras vidas. Está todo en nuestro interior y somos lo bastánte fuertes como para que se amolden a nuestra vida. Pero siempre va bien sentir sus miradas, porque nos recuerdan quienes somos, y hay algunos de nosotros que por mucho que nos esforcemos en acallar sus voces, siempre sentiremos sus miradas clavas a nuestras espaldas. No es facil, pero también alegrate de poseer la sensibilidad como para mantener vivos todos estos sentimientos durante tánto tiempo, porque aunque duelan, te recuerdan que sigues viva, y no solo eso, sino que eres un ser sensible y especial. Sé fuerte, y sigue hacía delante, aunque el camino esté oscuro, siempre habrá alguien en quién puedas apoyarte." Y no lo dije por temor a Euridice, por temor a que fuese un buen movimiento a mi favor... El temor que siento al ver tanto brillo de repente, como hacía tiempo que no veía en nadie, porque me atrae como la luz a un insecto, y porque sé que tal y como soy, la posibilidad de estropearlo puede ser muy alta, lo suficiente para ser precavido, para no querer jugar, para no querer ensuciarla con la supuesta realidad...

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