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Spleen

Matar un ruiseñor

Otro cigarrillo, otra noche en vela, más nicotina deslizándose a través de mis venas. Necesito más cafeína para seguir en pie. Nisiquiera he empezado a trabajar y ya me abruma la cantidad de hojas que inundan mi mesa. Son voces vulgares que podrán ser oídas antes que otras mucho más dignas. Pero esto es un mercado, son malos tiémpos para la lírica... tantos impresos con palabras y números sin sentido, juegos de niños con el que las administraciones se distraen. Nos hacen pensar que eso es más importánte que esto, y simplemente porque si no lo cumples un par de gorilas sin estúdios, unos hombres o mujeres que en su vida han leído a Proust y que creen que Faulkner es un plato típico de Budapest, armados con un uniforme que, en teoría, les da poder sobre tí, van a encerrarte, van a torturarte, van a reducirte a nada si no aceptas jugar a ese mismo juego. No se puede ser adulto, porque cada vez hay más niños, y si antes se mantenía el poder lejos de los niños, ahora que estos lo tienen, no dudan en usarlo sin criterio. Y tenemos que acatar sus ordenes, porque muchos niños les dan la razón. Es el fín de la individualidad, el final de una era en que pensar era un privilegio; ahora es un crimen, ahora nos encierran, ahora nos insultan y nos apalean... simplemente por no querer jugar. Simplemente por pensar que un verso de Bukowski bien vale más que mil declaraciones de renta. Pero ahí estamos, jugando al mísmo juego, entrándo en el mercado, y aquellos que prometieron proteger al arte frente al mercado son unos niños egoístas que creen que proteger significa esclavizar. El socialismo es una noble teoría, pero goza de una tiránica praxis. Ahora el dinero lo tienen los niños, el poder, el control. Niños jugando a ser abogados, niños que prefieren jugar antes que ser medicos o ingenieros, niños que juegan a ser jueces y su ansía por jugar les impide ver que están jugándo... pero su juego acaba con gente. Si, hay gente mala, pero también hay gente buena, y mucha gente gris. Ese gris es el punto negro en el cándido juego de los niños. Esos niños que saltan de alegría con su nuevo uniforme, con sus condecoraciones y premios, con sus matrimonios y divorcios, con su nuevo coche, con su primer millón en su cuenta corrfiente en suiza. Y luego están esos niños a los que ya les va bién con su televisor, y otros niños les hacen creer que ese es su lugar, y a veces le dan una paliza a aquellos que no están conformes con el juego. Mientras tanto... más papeles, más jerga inutil, más intelectual de pastel, más música de parbularios, más millones en nombre de un arte que nunca fue tal. Y nunca fue tal porque incluso el mercado lo trataría mejor que el endiablado juego de los niños. Y ese mercado nisiquiera es el mercado. Es simplemente un gran guiñol adulterado por tanto juego. Todos los niños juegan a ser heroes, rezan, matan, luchan, queman, destruyen... y a veces crean horribles obras que exterminan cualquier atisbo de liberación que pudiese nacer en sus palacios, en sus chozas, en su profunda muerte anal. A nadie le preocupa ver a tanto niño suelto? Siempre han estado allí, siempre han dominado, pero el problema es que en la actualidad se han hecho con la palabra de la razón, se han hecho con el arte, con la belleza, y sólo piensan en erradicar cualquier atisbo de madurez que resida en ellos. Puede que yo también sea un niño, engañándome, creyéndome un adulto... que más da si los adultos no existen en este mundo de niños? Una eterna disneylandía, con pelis porno, porros, cervezas, coches y chicas de plástico. Pero casi parece que masturbarse sea un simbolo de rebeldía social, mientras venden rebeldía a seis euros el pack. Todos se creen rebeldes, todos se creen diferentes, todos se creen especiales... sobre todo cuando lucen uniformes, cuando se parecen a alguien, cuando se comportan como otros, cuando dejan de ser ellos mismos... entonces se sienten ellos mismos. Todo es un mismo niño llorón y fofo. Dadle una puta bofetada y vereís como os condenan a la silla electrica intelectual, mirad como reducen a la nada todo ese castillo que habeís tardado años en construír. Los niños son crueles... cierto. Y estoy obligado an jugar a su estúpido juego, y ver como destruyen poco a poco todas las cosas con las que disfruto. es verdad, a veces me hacen sonreír, pero tienen una capacidad increíble para hacer que me arrepienta. odio verlos juntos, odio trabajar como ellos, juento a ellos, para ellos y por ellos. A veces también veo una niña, una niña que físicamente ha sobrepasado la mayoría legal, pero que sigue siendo una niña en alma y mente, es decir, que no es ella misma. me enamoro de sus ojos, se su mirada, de su risa jovial, o se su cabello oscuro... y tengo que tragarme el dolor que me produce ver que tal belleza se comporta como ellos, es como ellos, es decir, que no es ella misma, sino ella es ellos. Se cree reblede, como todos, le gusta estar con otros, actuar como otros, ser como otros, y nunca será ella misma. Y no le importará, porque es feliz, rie, se lo pasa bien jugando. Para qué cambiar? Porqué amargarse? Es verdad, una vez se sintió triste, pero de sentimientos tan pueriles que no pasan del llanto de un bebé que quiere mamar un poco más de teta. Todo tan bellos, tan trascendental... incluso esas palabras han pasado a su vocabulario, las emplean como si supiesen lo que significan. Se uniforman, se respaldan, se dan la razón, y te obligan a callar. Hombres y mujeres, que no són sino niños y niñas, todos anhelándo su uniforme, su condecoración, su polla o su coño. Todos iguales, todos con una palabra que tiene más valor que la mía. Ahora simplemente me callo y observo. les dejo hacer, dejo que piensen y digan que soy un fracasado, que crean que no tengo razón, que me equivoco, que me engaño, que me gustaría ser esa persona sobre la que escribo pero que nunca la seré. Dejo que crean que me conocen, pero ya he comprobado que sus mentes llega un punto en que se bloquean, que no entienden más allá, están virgenes en un camino por el que yo llevo tiémpo paseándome. Vale la pena dejarle pasar a alguno? Lo he intentado, pero nunca lo he conseguido. Así que dejo que sigan creyendo que soy peor que ellos, tal vez lo sea, pero no lo doy tan por sentado como ellos, y eso siempre me dará ventaja. Disfruto del día a día, sé que nunca verán un amanecer como yo, sé que por muchas medallas que tengan nunca gozarán del sexo tanto como yo, sé que soy un flor a la que el viento se llevará sin dificultad, mientras ellos permanezcan sólidos y robustos como montañas. Bienvenidos al mundo al revés, donde todos los insultos son alabanzas. Que muestren sus porras, que miren por encima de su hombre, que crean que tienen controlada la situación... la tienen, porque son todos niños. Pero yo soy gris, de un gris turbador, un gris incómodo, un gris del que vale más alejarse, un gris que se escapa a su entendimiento, un gris que se tomó la cicuta para abandonar este mundo de mayorías, de falsos artístas, de armados incompetentes, de gente que lucha por causas, de niños superficiales, de este maldito juego al que a todos les encanta jugar. Ya me mataron una vez, ahora soy más gris, y resisitré más. Porque resistencia no significa seguir luchándo, sino seguir pensando, seguir muriendo... Puedo mirar a través del espejo sin ayuda. Seguid jugando niños, y dejad que mi llama se apague en paz. Enciendo otro cigarrillo, bebo un vaso de agua, y sigo trabajándo en los informes.

1 comentario

Detrasdelcementerio -

me gusta tu gris